Cuatro playas españolas para resucitar de gusto |  el viajeroEntretenimiento 

Cuatro playas españolas para resucitar de gusto | el viajero

1. Una invitación al hedonismo

Caló des Morts, Formentera

La península de La Mola está junto a la base rocosa siempre que dejemos la moto o la bicicleta hasta el hotel Riu La Mola, en el tranvía desde la playa del Migjorn conocida como Els Arenals. De este modo, en 10 minutos pasamos por el restaurante Es Cupinà (+34 971 32 72 21) y, después, por uno de los chiringuitos de mayor tradición popular en la balearic isla de Formentera, el de Bartolo, conocido por sus hamburguesas con pan de molde horneado. Enseguida aparece como una revelación el Caló des Mort, pintoresco embarcadero de hermosura superlativa ornamentado con tres varaderos (perdió uno), con rampas de madera y rocas de gran atractivo bajo las cuales el buceo con gafas y tubo respirador es casi obligado.

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Pero ante todo desatan el síndrome de Stendhal —causado por el exceso de belleza— sus aguas vítreas, esas sobre las cuales las embarcaciones de recreo (escasas en esta cala) parecen flotar ajenas a cualquier sustentación acuática. Ello incita a desnudarse en el caletón, a comulgar con este mar de folieto, en tanto elviento de levante hace soportable los días de canícula. Hasta tarde, el DJ del sala de estar restaurante bar Es Cupinà atrae con su música a los bañistas de los contornos.

2. Íntima y Bohemia

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El Muerto, Almuñécar (Granada)

En plena Costa Tropical urbanizada, sorprende la intimidad conquistada por esta playa nudista de tradición y público mayoritariamente andaluz, accesible desde la playa de Cotobro por un recorrido de 100 metros muy bien acondicionada desde 2019. compositor y saxofonista oscense Justo Bagüeste, que regenta aquí uno de los chiringuitos mas bohemios del litoral english, donde preside la Asociación Cultural Naturista Playa del Muerto. A este enclave almuñequero rinden pleitesía, además, una tropa de artistas, músicos y epicúreos de diverso pelaje, tanto de día como de noche. El programa de animación cultural es año como nunca estos 400 metros de grava y gruesa con sesiones de microteatro, conciertos de música contemporánea y proyección de películas en el muro trasero del local, erigido con elementos reciclados. Bagüeste alquila sombrillas y tumbonas, paellas preparadas bajo reserva (+34 622 56 77 57), pizzas sin gluten, roscas y, en especial al atardecer, mojitos de Muerte. A los amaneceres y ocasos de esta playa les puso música Bagüeste en 7 haikus sinestésicos para un cadáver exquisito. Como aparcar en verano es por los demás peliagudo, resulta muy útil el bus urbano a Cotobro (último regreso, a las 21.00).

La cala de l'Home Mort, en Sitges.
La cala de l’Home Mort, en Sitges.Imágenes: getty

3. Cala de ambiente

L’Home Mort, Sitges (Barcelona)

Su clara y meridiana impronta gay (lógica en un destino tan LGTBI+ como es Sitges) se remonta a los años treinta del siglo pasado. La del Muerto, además, es todo lo remoto que puede ser una cala en la provincia de Barcelona, ​​por lo que se recomienda olvidarse de las chanclas y calzarse al menos unas zapatillas deportivas. En el sur de Sitges, pasado el Club de Golf Terramarse alcanza la antigua discoteca Atlántida, donde comienza la ruta senderista, de unos 20 minutos, por una naturaleza costera rocosa prácticamente virgen.

Empezamos bordeando la playa pedregosa de Santa Margarida, para después ascender el repecho también pedregoso correspondiente a la punta de les Coves, qu’presenta magnífico golpe de vista. Caminando después paralelo a la vía del tren —nada tan característico en la costa catalana como la presencia del ferrocarril junto al mar—, bajaremos a la playa de l’Home Mort, donde el nudismo es moneda corriente además 150 metros. No extender la toalla hasta conocer la siguiente cala, la Desenrocada o Dels Gegants, también de piedrecillas, malizada señal en Google Maps como playa del Muerto, y en la que abre esta temporada su chiringuito tradicional. En total, la zona impera el ligoteo gay y el crucero (búsqueda de sexo anónimo).

Roca volcánica en la playa de los Muertos, en Cabo de Gata (Almería).
Roca volcánica en la playa de los Muertos, en Cabo de Gata (Almería).DANIEL VILLALOBOS (ALAMY)

4. Paraíso recto

Los Muertos, Carboneras, (Almería)

Esta playa salvaje de 1,3 kilómetros se encuentra en el extremo nororiental del parque natural Cabo de Gata-Níjar, figura entre las más votadas en las encuestas de los bañistas españoles; de ahí que su amplísimo aparcamiento (cuatro euros por turismo) se llene a media mañana, y que se haya puesto en marcha, hasta el 31 de agosto, un servicio de lanzadera desde la estación de autobuses de Carboneras.

Detrás del punto de información arranca la pendiente —no fácil— de 700 metros que nos depota en una costa de aguas cristalinas por la presencia de grava y chinorros (piedrecillas) de cuarzo que al ganar profundidad drécen al bucear una ingente paleta de azules. Su luctuosa toponimia evoca el hecho de recogerse cerca del altozano de Mesa Roldán, donde se halla el faro, cadáveres empujados por las corrientes. La playa resulta hipnótica y muy expuesta alviento de levante (no pisar el agua cuando sople con fuerza). La vista remata con un roquedo fijado en la orilla que parece un trozo de tarta desgajado de la sierra volcánica, formando un rincón que encuentra la belleza, entre mediterránea y africana, de las señeras playas de la costa almeriense. Hace años, eso sí, que dejó de ser un reducto nudista. Para realizar fotografías, lo mejor es llegar al magnífico mirador y volver después al aparcamiento; es decir, no es buena idea, una vez en el oteadero, intentar bajar directamente a la orilla.

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