Así son los bastidores de una gala de danza
Las mañanas en los alrededores de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia transcurren de un modo tranquilo y silencioso, pero desde hace unos años, a finales de septiembre, grandes estrellas de la danza y jóvenes promesas alborotan los caminos que llevan al Palau de les Arts Reina Sofía. Bailarines de todo el mundo entraban el sábado al edificio con tutús enfundados, bolsas de trabajo y ropa para ensayar. La Gala Somos Arte era esa noche y tenían apenas un día para practicar y prepararse antes de la gran función.
Este encuentro, organizado por la Asociación de danza ADAM y la Fundación Hortensia Herrero, reúne desde 2014 cada año a los mejores bailarines de danza clásica una noche en el Palau de les Arts Reina Sofía con el objetivo de acercar al público valenciano el mejor ballet y al mismo tiempo ayudar a la Asociación Española contra el Cáncer. La primera gala se celebró en el Teatro Principal de Valencia, pero desde hace un tiempo este acontecimiento se ha trasladado al Palau ya que agolpa a público de todo el mundo que viene a ver a las estrellas del momento.
Desde las primeras horas de la mañana, en el Palau de les Arts sonaba un piano al mismo tiempo que los artistas ejecutaban los ejercicios marcados por José Carlos Blanco, uno de los organizadores de la gala y exbailarín en Victor Ullate Ballet y la Compañía Nacional de Danza. Antes del ensayo general, los bailarines calentaban y en la misma sala ocurría algo extraordinario: afianzadas estrellas de la danza del mundo y grandes promesas tomaba una clase juntos -solo por esta vez-. Los más jóvenes ejecutaban los ‘rond de jambe’ al pie de la letra mientras que los más veteranos aprovechaban el ejercicio para hacer también otros estiramientos. Mientras el maestro explicaba el ejercicio, Anna Tsygankova, primera bailarina del Het National Ballet, se acercó a la puerta a saludar a un compañero; la gala es el punto de encuentro para aquellos bailarines que son amigos, pero que trabajan a más de mil kilómetros de distancia.
Tras haber calentado, los profesionales se dirigieron al escenario. El ensayo general comenzaba por el final: el saludo conjunto al público de todos los artistas tras terminar la función. Aunque parezca mentira, coordinar los saludos finales no es tarea fácil al tener que situar a muchos bailarines con sus respectivos ‘partenaires’ y el conjunto de la Compañía Antonio Najarro. Por primera vez, había danza española en la Gala Somos Arte. Organizada la reverencia final, comenzaba el ensayo.
Mientras que YaoQian Shang y Mathias Dingman, primeros bailarines del Birmingham Royal Ballet, se colocaban para practicar ‘Tchaikovsky pas de deux’ por última vez antes de la función, entre cajas había bailarines calentando, ensayando y poniéndose al día con aquellos con los que habían coincidido en otras ocasiones en eventos de este tipo. «Es muy bueno para nosotros como artistas participar en galas así porque uno tiende a quedarse cerrado en su trabajo, pero el ballet es muy versátil y aquí tienes la oportunidad de ver a otros profesionales en vivo», reconoció Margarita Fernandes, solista del Bayerisches Staatsballett de Munich, entre zapateos y palmas.
Estos venían de los bailarines de Najarro, que ya se habían calzado sus zapatos para taconear y las castañuelas mientras los demás miraban asombrados entre cajas cómo hacían sonar el instrumento al mismo tiempo que bailaban. Muchos no habían visto nada así en directo. Al mismo tiempo que el conjunto ensayaba un extracto de ‘Querencia’, sus compañeros grababan las escenas que están regalando.
No es nada sencillo reunir a tantas estrellas en un solo día en Valencia. Muchos han comenzado ya la temporada en su compañía, pero tienen huecos para participar en otros eventos como este. «Según las funciones que tengan, podemos cuadrar las fechas. Muchos se reservan momentos para hacer sus galas», indica Fabrice Edelmann, uno de los organizadores de la gala. Su equipo se encarga de ponerse en contacto con todos ellos y cuadrar las fechas, vuelos, hoteles y ensayos para que puedan participar.
Aunque es una única función, la gala se prepara con casi un año de antelación. El equipo se pone en contacto con los bailarines pensados muchos meses antes de la fecha para que ellos puedan gestionar con tiempo los ensayos y sus compromisos. «Ensayamos a veces en la hora del desayuno y en medio de los tiempos muertos que tenemos en la compañía. Venimos de hacer el estreno de ‘Black Sabbath’ y, entre descansos y parones, ahí ensayamos», asegura Mathias Dingman, primera figura desde hace siete años con el Birmingham Royal Ballet, mientras se vuelve a poner los calentadores para no enfriar los músculos. El artista bailó junto a su compañera dos piezas muy distintas, una clásica y otra neoclásica, para combinar ambos estilos y mostrar su versatilidad.
La elección de los bailarines también es fundamental. Primero, el equipo define la gala, y luego se ponen en contacto con ellos. «Hay veces que tenemos clarísimo a quién queremos traer. Miramos también si están en un buen momento, si es gente que ha ganado premios, si están en auge…. Queremos traer lo mejor al público valenciano», aseguró Fabrice. Aunque todos los años vienen estrellas y algunas de ellas repiten -como Marianela Nuñez, primera bailarina del Royal Ballet-, la intención del equipo es escoger un elenco variado. «Intentamos diversificar y buscar parejas de bailarines distintas cada año; a veces coincide que las compañías, sobre todo del norte de Europa, inician temporada. En ese caso traemos a varios de la misma compañía», añadió. Por la gala han pasado las mejores estrellas del momento: primeros bailarines de la Scala de Milán, Staatsballett Berlin, New York City Ballet o Stuttgart Ballet, entre otros.
Por una de las puertas laterales que lleva al escenario aparecía Iana Salenko, primera bailarina del Staatsballett Berlín desde hace casi 15 años, que no estaba invitada en un principio, pero que tras la baja inesperada de Maia Makhateli por motivos de salud vino a sustituirla. La ucraniana, recién aterrizada a Valencia y aún vestida con ropa de calle, fue invitada por su ‘partenaire’, Victor Caixeta, que fue el primer brasileño solista en el Mariinsky Ballet, pero que tras la invasión rusa dejó el país para formar parte del Het National Ballet. «Lo que estamos viviendo es muy extremo porque ayer Maia enfermó y le pregunté a Iana si quería venir a esta aventura conmigo. Será la primera vez que bailemos juntos y estamos muy emocionados», aseguró el joven brasileño. Ambos tenían solo un ensayo general para coordinarse y practicar juntos los pasos a dos de ‘La Bayadère’ y ‘Don Quijote’.
Este tipo de acontecimientos pueden ocurrir en la gala y el equipo tiene que ser rápido para gestionar cualquier imprevisto. «Jugamos con agendas complicadas y un trabajo complejo como el del bailarín, que puede conllevar lesiones y bajas. Una vez tuvimos que hacer frente a una maleta perdida de Marianela Núñez en el aeropuerto con todas sus zapatillas de punta dentro. Tuvimos que tirar de gente conocida para encontrar el tipo de punta exacta que utiliza la argentina para que pudiera bailar por la noche», contó entre risas Fabrice.
El repertorio de la gala es variado y hay un equilibrio entre el virtuosismo o lo más lírico. Algunos bailarines ya tienen su propio repertorio específico para las galas, aunque se acuerda tanto por parte de ellos como del equipo. «En ocasiones proponemos alguna pieza porque tenemos una visión específica de lo que queremos que sea la gala. Apostamos tanto por lo más lírico como por lo virtuoso. Debe haber una armonía en todo y eso se logra a partir de la selección de las piezas», indicó Fabrice.
Al ser un elenco tan variado y de recorridos tan distintos, las piezas también lo son. «Queremos encontrar un equilibrio entre la madurez, el virtuosismo y la innovación. Pensamos tanto en los bailarines como en el repertorio que nos gustaría mostrar en Valencia. Buscamos también un plus en la ambientación de las piezas, con proyecciones, con música en directo y piezas en grupo», asegura Gema Casino, presidenta de la Asociación de danza ADAM y una de las organizadoras de la gala. En esta ocasión Anna Tysgankova bailó ‘La muerte del cisne’ con violonchelo y arpa en directo, además de ‘Tango’, de Xin Peng Wang.
Profesionales como Iana Salenko apuestan por piezas en las que se muestra segura. «En mi caso, escojo lo que me sienta mejor y bailo más frecuentemente. ‘Don Quijote’ es un ballet que he bailado mucho y para mí no es ningún problema. Con él puedo mostrar al público lo mejor que tengo», indica la artista, recién aterrizada, mientras calienta para salir al escenario. «Elegimos algo que no requiera de mucho tiempo de ensayo porque damos más prioridad a la compañía de la que formamos parte. La pieza nos tiene que hacer sentir cómodos, pero que al mismo tiempo sea un reto y un desafío», explicó Antonio Casalinho. Aunque el joven bailarín reconoce que busca algo nuevo que hacer, no puede sacrificar salud física y mental para estar al cien por cien en su trabajo como primer solista en Bayerisches Staatsballett de Munich. «También nos gusta saber el gusto de las personas que nos invitan y preguntarles qué quieren vernos bailar», añadió.
Mientras los artistas iban pasando por el escenario para practicar, en uno de los laterales había un fisioterapeuta con una camilla para atender a aquellos que se encuentran más doloridos o en proceso de recuperación de una lesión. Una vez terminada, los bailarines se volvieron a vestir. Debían comer y descansar, faltaban horas para el espectáculo y la preparación previa era muy larga. Una noche de aplausos y vítores les esperó con una gran ovación merecida.