Música, intriga, elegancia, historia… CineNoticias recientes 

Música, intriga, elegancia, historia… Cine

Todo el mundo pudo ver lo que Fernando Trueba, con la muñeca y trazo de Javier Mariscal, hacía con la animación, el relato y la música en ‘Chico & Rita’, y ahora encuentra el título perfecto para consolidar su relación con Mariscal y con dos o tres géneros y atmósferas para contar una historia. Perfecto, porque ‘Dispararon al pianista’ trae aromas ‘truffeados’ y franceses con sugerencias ‘noir’ y musicales, y a continuación porque narrativamente se instala en la investigación, lo periodístico, lo documental, lo melancólico y lo político. Y en primer plano, la inconfundible estética de figura, fondo y movimiento de Mariscal y la admiración de Trueba por la música brasileña, el jazz y la bossa nova de la que deja una crónica completa y cromática.

La película dura lo que dura la presentación de un libro sobre un pianista desaparecido, Tenorio Junior, y el narrador es el autor de ese libro (y, en cierto modo, el director de esta película), que cuenta su peripecia tras la figura de ese músico al que todos admiraban y que, durante una gira por Buenos Aires, en 1976 y coincidiendo con el Golpe militar, salió a una farmacia y de él nunca más se supo. Hay dos líneas bien trenzadas y animadas que conducen el argumento, la que recorre los testimonios de sus amigos y compañeros, músicos de renombre internacional, y que contribuyen a que conozcamos los talentos musicales y humanos de Tenorio Junior, unos dibujos geniales de Caetano Veloso, de Vinicius de Moraes, Toquinho, Joao Gilberto… Y otra línea situada en los alrededores del ‘thriller’ en la que la realidad y la ficción recomponen ese trayecto vital del personaje hasta ese ‘dispararon al pianista’.

La historia está llena de interés e intrigas, también de descubrimientos musicales: participa de algunas de las sorprendentes cualidades que tenía aquel ‘Searching for Sugar Man’; pero, sobre todo, está hasta arriba de clima, de temperatura, de un atractivo visual fascinante en el que sus autores recrean ambientes, rincones, ciudades, locales, se explica la explosión de esa música (fantástica la musicalidad visual de ese Beco das Garrafas y fascinante la irrupción de Ella Fitzgerald en esa música) y la relación de ese mundo tan querido por Trueba de la nouvelle vague y el cimbreo de los sones latinos.

Las películas por lo general son bonitas, o interesantes, o instructivas, o conmovedoras, o singulares. Ésta de Fernando Trueba lo es todo al tiempo.

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